a vueltas con el profesorado de religión
Publicado en DEIA
A vueltas con el profesorado de religión,
porque todo está oscuro
por M.J. Molina y Arantza Lekuona, * Profesoras de Secundaria – Lunes, 28 de Febrero de
2011 – Actualizado a las 05:50h
PARECE que el profesorado de religión está preocupado. Así lo manifiestan en una
entrevista publicada recientemente en la prensa. El motivo de su preocupación lo
expresan claramente: «El número de alumnado que se apuntan a clase de religión
disminuye año tras año». Y lógicamente a partir de ahí comienzan sus preocupaciones.
Menos alumnado que se apunta a clase de religión son menos grupos, menos horas de
clase y su trabajo peligra.
Lo que no nos parece nada aceptable es que intenten mostrarnos esa realidad
desfigurándola, atribuyendo esos resultados a manos negras o maniobras obscurantistas.
Habrá que reconocer que si no hay demanda para las clases de religión es porque la
sociedad está cambiando y a pesar de los incentivos y extras con los que muchas veces
se adorna a esta asignatura, los padres y las madres deciden que es mejor que sus
criaturas no vayan a religión. O los propios chicos y chicas lo deciden así.
No hay contubernios judeomasónicos ni secretas maquinaciones. No es de recibo
atribuir a oscuras maniobras su situación cuando la realidad es que el cambio social está
desviando la matricula del alumnado y efectivamente, cada vez hay menos chicas y
chicas en clase de religión, sobre todo en bachillerato. Lo que si es obscurantismo es la
situación del profesorado de religión. Los datos del resto del profesorado que depende
del departamento de educación son claros y públicos. Sin embargo, no sabemos cuántos
profesores y profesoras de religión hay ni cuál es exactamente su situación laboral.
Tampoco sabemos qué número de alumnos cursan esta asignatura, quién decide cuantos grupos de religión y con qué criterios se crean en las escuelas.
Sí que sabemos que una parte del profesorado de religión (aquellos que dan clase en
primaria) depende del Ministerio de Educación. Pero el profesorado de secundaria, en
muchos casos, depende de las Comunidades Autónomas. En nuestra comunidad se ha
firmado un acuerdo con este colectivo por el cual este profesorado (designados por el
obispo) puede completar sus horarios con horas de otras asignaturas y pasan a
desempeñar funciones en el centro como el resto del profesorado. De manera que,
mientras que el resto de los mortales tenemos que pasar por una serie de pruebas y
requisitos (oposiciones, periodo de prácticas…) para acceder a un puesto de trabajo en la
administración, este colectivo, designado por el obispo, pasa directamente a ocupar un
puesto de trabajo incluso situándose por delante de aquellos que llevan un tiempo en su
puesto. Es una discriminación clara respecto al resto de los trabajadores de la enseñanza
y es un privilegio de los muchos que tiene la Iglesia .
Y ahí parece que está un poco el fondo de la cuestión y lo que este colectivo viene a
reivindicar. Que todo el profesorado de religión pase a depender del Gobierno vasco y
no del MEC, para que puedan acogerse a esta buena situación. Que no se confundan y
que no intenten confundir a los demás. No hay acoso a este profesorado en los centros públicos. Hay defensa de nuestros derechos como trabajadores y trabajadoras frente a
un sector claramente privilegiado. Privilegios fundados en el acuerdo firmado por el
Departamento de Educación y en última instancia, en los acuerdos firmados entre el
Estado y la Santa Sede en 1979. Acuerdos, por cierto, de dudosa constitucionalidad
¿Cómo se compagina un estado laico con la presencia de las clases de religión católica
en las escuelas públicas?
Es urgente que la administración educativa aporte un poco de luz a esta situación tan
oscurantista. Y más teniendo en cuenta que la responsabilidad política del departamento
de educación está en manos del Partido Socialista que se autodenomina como laico. Y
no es difícil poner un poco de luz. Los padres y madres que quieran educar a sus
criaturas, con todo su derecho, en sus creencias religiosas, que lo hagan, pero fuera de la
escuela.
Si realmente queremos para nuestra sociedad una escuela plural, donde se respeten todas las creencias y culturas y se garantice la igualdad de todos y todas, esa tiene que
ser una escuela laica.