El feminismo, en su vertiente de epistemología crítica, tiene grandes afinidades con los planteamientos (posmodernos y otros) que cuestionan la posibilidad de conocimiento certero y discuten el estatus privilegiado de la ciencia como instancia de saber. A la vez, algunas corrientes feministas pretenden redefinir la creencia y la práctica religiosa y muestran gran simpatía por la religiosidad femenina. Ambos factores merecen una cuidadosa consideración crítica, pero su combinación puede ser desastrosa para el feminismo.